miércoles, 27 de mayo de 2009

III Encuentro Técnico sobre Personas Desaparecidas






Desde 2006 se viene celebrando en el municipio de Arrigorriaga el Encuentro Técnico sobre Personas Desaparecidas, que ha aprovechado en esta ocasión el hecho de que el 25 de mayo se “celebra” el Día Mundial de los Niños y Niñas Desaparecidos, para abordar el tema de los menores desparecidos.
Este ha sido ya el tercer encuentro que se lleva a cabo en Arrigorriaga
(http://www.arrigorriaga.org/ca_ficha.asp?id_menu=459) para arrojar algo de luz sobre un proceso tan doloroso como es la desaparición de un ser querido, algo que conocen muy bien en Arrigorriaga, ya que un vecino de esta localidad, Emilio, desapareció en el año 2003.
Después de este hecho el Ayuntamiento de este municipio se ha volcado en intentar dar algo de esperanza en las familias con algún miembro desaparecido, proporcionándoles un foro para poder expresar su dolor y, si es posible intentar encontrar una solución a la situación en la que están viviendo.
Como en todos los eventos anteriores, la jornada estuvo repleta de los más diversos invitados, intentando que quedasen representados, todos aquellos que directa o indirectamente están vinculadas con este problema (cuerpos policiales, investigación privada, profesionales de la salud mental, representantes de los estamentos judiciales, profesionales de las nuevas tecnologías…), pero los testimonios de las familias fue el momento más emotivo de todos.
Ithaisa Suárez (madre de Yeremi Vargas), Isabel García (madre de Josué Monge) y Juan José Cortes (padre de Mª Luz), pusieron palabras a muchos de los sentimientos, vivencias y tristezas por las que atraviesan las familias que sufren la desaparición de alguno de sus miembros.
Relataron su experiencia personal desde el primer momento, cómo la angustia es lo primero que te invade, una angustia tan profunda que es muy difícil de expresar en palabras, y no sólo son los sentimientos que te produce el no poder encontrar a tu ser querido, si no que a esto se une la desesperanza de ver cómo nadie te ayuda. Toda la confianza que tenías depositada en la justicia se desvanece, nadie parece saber qué hacer y nadie da los pasos oportunos para empezar a hace algo.
Desde un principio te dicen que lo mejor es esperar 24 horas, cuando en realidad las primeras horas en una desaparición son vitales. No existe una coordinación entre los distintos cuerpos policiales, lo que dificulta aún más la búsqueda, ya que incluso se da el caso de que muchos de los agentes no conocen ni siquiera la noticia de la desaparición.
Los carteles que se cuelgan en paredes y árboles de cuántos más lugares mejor, son financiados por las familias, gastándose en ello muchos de sus ahorros, que en muchas de las veces se va a la basura ya que los servicios de limpieza los quitan al momento porque deben dar mala imagen.
Los medios de comunicación también añaden sufrimiento a esta situación debido a que le dan más cobertura a unas familias que ha otras lo que hace que la población se vuelque más con unos que con otros, muchas veces producido por el desconocimiento de que esta es una situación mucho más habitual de lo que se cree.
Esta es una pequeña parte de lo que estas familias pasan desde el momento en el que su familiar desaparece. Lo bueno de la realización de estos encuentros es el mantener vivo el recuerdo de que esto pasa y de que le puede pasar a cualquiera, y también sirve para darse cuenta de que hay personas que están involucradas en que esta situación mejore y que las familias que, en un futuro, se vean en esta situación puedan estar mejor arropadas por sus vecinos, la justicia o los cuerpos policiales.