viernes, 30 de abril de 2010

Beneficios de la Risa

Hoy he estado en una charla cuyo tema era reírse a carcajadas. Junto con el grupo Manantial de la Risa, hicimos unos juegos que nos levantaron el ánimo a todos/as. Al principio un poco tímidos, pero según avanzaba la charla, nos fuimos animando convirtiendo la tertulia en un pequeño taller de la risa.
Pocas veces nos acordamos de un bien tan positivo como es la risa. Sólo tenemos que empezar a reír un poco para que poco a poco acuda a nosotros/as una carcajada limpia y sincera. Sana.
Esta es una cuenta pendiente que tenemos en la actualidad. Volver a reír. Volver a reírnos de todo y de todos, pero sobretodo de nosotros/as mismos/as.

Algunos de los beneficios que tiene reírse:

-Produce endorfinas, por lo que tiene un efecto analgésico
-Elimina el insomnio-Pone en marcha hasta 400 músculos
-Favorece la eliminación de la bilis-Masajea el diafragma favoreciendo la digestión(sobre todo si nos reimos con la "jo")
-Mejora la circulación
-Elimina el estrés
-Se limpian los ojos con las lágrimas que se producen de tanto reír
-Al hacer vibrar la cabeza, despeja la nariz
-Rejuvenece al estirar y estimular los músculos de la cara
-Fortalece el corazón
-Se oxigena la piel
-Se evita el estreñimiento
-Baja la hipertensión
-Refuerza el sistema inmunológico
-Eficaz contra la depresión…¿No es maravillosa la risa?

martes, 27 de abril de 2010

Redes 57: Cambiar el cerebro para cambiar el mundo

Redes 57: Cambiar el cerebro para cambiar el mundo

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miércoles, 21 de abril de 2010

Nuestra relación con la muerte

El entierro de San Esteban [Vicente Juan Macip (Juan de) Juanes 1523-1579]

La sociedad ha tenido concepciones muy diferentes de cómo comportarse cuando se ha producido una muerte, y ello se ha dejado ver en las diferentes formas de enterramiento, velatorio, o incluso en el duelo.

Antes de la aparición de la industria, la relación del ser humano con la muerte era muy diferente. Era una relación mucho más cercana en la que los vivos y los muertos compartían un mismo espacio. La poca esperanza de vida y la precariedad y fragilidad de la existencia hacían que la muerte se mostrara más cercana. Se le dio un contenido religioso que dotó a la muerte de un significado consolador, entendiéndose que había que morir para renacer a la vida eterna.

En la Edad Media, las personas esperaban que la muerte no fuera algo súbito, si no que se anunciase, para así poder morir rodeado de los familiares y garantizar las últimas voluntades del moribundo y la distribución de sus bienes, así como un tiempo de arrepentimiento y de balance de sus deudas con Dios y con los hombres. En cambio, la muerte repentina se consideraba algo infame y vergonzoso que impedía ponerse en gracia de Dios, tanto es así que alguna de sus oraciones rezaba: “Líbranos Señor de la muerte repentina”.
En esta época, las personas deseaban participar en su propia muerte, porque era un momento excepcional donde su individualidad adquiría su forma definitiva. Las personas no se consideraban dueñas de su propia vida, si no eran capaces de manejar su propia muerte. La muerte era solo propiedad de la persona.
Por eso, en ese periodo de tiempo y en épocas posteriores, el médico tenía la obligación de anunciar la muerte al enfermo, convirtiendo a la muerte en un acontecimiento en el que participaba, prácticamente toda la comunidad.

Otra de las costumbres compartidas por toda la comunidad era el velatorio. La familia estaba acompañada en todo momento por, al menos, un representante de cada unidad familiar. Algunas de las personas que acudían lo hacían para rezar, pero muchas otras acudían de acompañamiento, por lo que no era raro que charlasen, jugasen o bebiesen café o copas, aunque nunca delante del difunto, como señal de respeto.

Pero las cosas fueron cambiando, y si antes la agonía y la muerte eran etapas de la vida que se compartían con todos los demás, en la actualidad han sido excluidas para ser vividas de una forma en la que se las disimula, oculta y deben pasarse lo más rápidamente posible.

En la actualidad, al contrario de cómo hemos visto en épocas anteriores, la muerte que más se desea es la más rápida y, mucho mejor si ocurre mientras se duerme. Además se silencia, no se habla de ella y se le ha retirado su carácter de ceremonia pública, convirtiéndola en un acto, reservado a los más allegados, que en la mayor parte de los casos tiene lugar en el hospital.
Se ha experimentado una crisis en relación a todos aquellos dispositivos tradicionales que la sociedad empleaba para afrontar la muerte. Este cambio vino dado a partir de que los médicos empezaron a relacionarse con el momento de la muerte.
En un principio, los médicos sólo estaban presentes hasta el instante en el que el paciente era desahuciado, en ese momento el médico se retiraba y dejaba que fuese la familia la que se ocupase de él. Pero, posteriormente, con el invento del estetoscopio se desarrolló la capacidad del médico para establecer el momento de la muerte, lo que convirtió ese momento en una cuestión científica.

Al contrario que en la antigüedad, en los tiempos más actuales, aproximadamente desde los años 40, la muerte se empieza a ocultar, ya que comienza extenderse la filosofía de higiene personal y asepsia, haciéndose más difícil soportar el olor y la visión de la muerte, lo que llevará a cuidar a los enfermos en los hospitales, muchos más higiénicos que sus hogares. Este hecho, unido a la restricción de horarios de visita de amigos y familiares en el hospital, ha alejado cada vez más al enfermo de su hogar.
Pero no sólo han cambiado estos aspectos respecto a la muerte en nuestros días también, por ejemplo, el momento del duelo es distinto. Si antes se compartía con las personas cercanas, y estas ayudaban a hacer del duelo un momento más fácil, ahora la familia esconde el dolor ya que hay un rechazo evidente del mismo por parte de la sociedad, por ser considerado morboso y si se expresa, se puede llegar a catalogar de ataque de nervios o de depresión, siendo aquel que lo muestre un débil de carácter.

Como se ha dicho más arriba, en épocas más recientes se extendió la idea de que el enfermo debía estar en un lugar limpio y aséptico, en el que el paciente pudiese tener una muerte digna o controlar el dolor u otros síntomas que acompañan a las enfermedades. La creación de los “Cuidados Paliativos” fue una consecuencia de este tipo de filosofía.
El objetivo de esta área de la medicina es que los ancianos y los enfermos terminales tengan la oportunidad de pasar los últimos momentos de la mejor manera posible. Si hay una oportunidad para ello, se busca que el paciente tome decisiones junto a su familia sobre aspectos relacionados con el tratamiento de la enfermedad. Así mismo, se trabaja sobre la elaboración de las reacciones del paciente ante su muerte y prepararlo para ello.
El ayudar al paciente a que tenga una “buena muerte” también es importante para la familia debido a que los familiares pueden elaborar el duelo por el ser querido y no desarrollar uno complicado o patológico.

A lo largo de la historia la muerte ha sido vivida de formas diferentes, pero todas las épocas han tenido en común que la muerte se vivía de una forma conjunta, las personas vivían cercanas a la muerte, que se sabía parte de la vida y por eso se compartía con todos, es algo que nos afecta a todos en algún momento de nuestra vidas. Existían rituales que marcaban el fin de la vida de una persona y el comienzo de la vida sin ella, ritos que marcaban cuándo se debía dejar el luto o costumbres en las que la comunidad dejaba ver el apoyo que daba a las familias.
Pero hoy en día todo es diferente, se oculta la muerte, se intenta que esté lo más alejada posible de nosotros. Incluso ni siquiera se quiere aceptar la idea de la vejez, que tan cerca está de la muerte, y se pretende vender en los medios que la felicidad se consigue a través de la eterna juventud. No se puede soportar ver el dolor en los demás, ya que nos recuerda el propio y por ello se dan tranquilizantes a los supervivientes para que no lo muestren.

Pero a través de la filosofía de lugares como los Cuidados Paliativos, se ve que se está empezando a cambiar, de nuevo, nuestra relación con la muerte, volviendo a considerar muy importantes los acompañamientos familiares, para así brindar al paciente una atención integral, en la que se tiene en cuenta a su propia familia.

miércoles, 14 de abril de 2010

Fundación CAN: La Banca Cívica con Haití



Queridos amigos:

La Banca Cívica se moviliza por Haití. El pasado 13 de enero este país sufrió un fuerte terremoto, y Caja Navarra puso en marcha inmediatamente la petición de ayuda, destinando más de 1.330.000 euros. Ahora, en plena reconstrucción, es cuando más necesitan nuestra colaboración, y por ello hemos organizado ‘La semana de Haití’, que tendrá lugar entre los días 19 y 25 de abril.

Durante esta semana, recibiréis en la sede de vuestra entidad una caja en la que encontraréis las instrucciones y el material necesario para colaborar en la recolección de fondos.

Podéis ayudar convocando a vuestros asociados, lanzándoos a la calle… todo lo que se os ocurra. Lo que hagáis tendrá la grata recompensa de contribuir a la reconstrucción de Haití.

Un cordial saludo,
Rosa Jaso Litago

Directora Fundación Caja Navarra