miércoles, 3 de marzo de 2010

El Duelo. Introducción

En general, relacionamos la pérdida significativa con la muerte de un ser querido, pero este concepto es aplicable a otro tipo de pérdidas que sufre la persona a lo largo de su ciclo vital (vínculos afectivos, separación o divorcio, muerte o desaparición de una persona, fases de desarrollo, bienes materiales, identidad personal, sueños y deseos, jubilación, pérdida de la salud, del trabajo, amputación de un miembro u órgano...), y cuya elaboración resulta vital para una buena salud mental. Si bien es cierta la variedad de pérdidas, también lo es que nadie puede saber cómo reaccionará hasta que no se encuentre frente a ella.

Así, cuando hablamos de duelo en general, hacemos referencia al conjunto de manifestaciones emocionales, cognitivas, conductuales y fisiológicas que puede experimentar el ser humano que se enfrenta ante una pérdida significativa.

Por otra parte, el duelo se relaciona con la aparición de problemas de salud ya que aumenta el riesgo de muerte principalmente por eventos cardiacos y suicidio. En el caso, por ejemplo, de personas viudas y durante el primer año tienen un 50% más de probabilidades de morir prematuramente, el riesgo de depresión se multiplica por cuatro, casi la mitad presenta ansiedad generalizada o crisis de angustia y aumenta el abuso de alcohol y fármacos.

De la misma forma, se considera que entre un 10-34 % de los dolientes desarrollan un duelo patológico, quizá por la pérdida de las redes sociales y con ellas de muchos de los recursos clásicos para el doliente (familiares, religiosos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo,...). Como expresan muchas personas en duelo, al hacer referencia a esos recursos, si bien al principio han sido de gran ayuda y soporte, a lo largo del tiempo van menguando, lo que provoca que las personas se encuentren poco a poco más solas, agravándose la situación de duelo.

En el proceso de duelo, se puede sentir dolor a nivel físico, psíquico y espiritual; puede doler el pasado, el presente y el futuro, que en esos momentos puede verse incierto. Transitar adecuadamente por un proceso de duelo es imprescindible para el crecimiento personal, ya que las pérdidas van a ser inevitables a lo largo del ciclo vital y, a veces, necesarias para nuestra maduración.
Tras la pérdida, es de vital importancia normalizar la vida lo antes posible y, en este sentido, el proceso de duelo es algo necesario, normal y sano. Sin embargo, si aceptamos el factor cronológico como determinante, en muchas ocasiones, los duelos pueden complicarse, no resolverse y convertirse en algo patológico o crónico y, si esto sucede y la depresión se agudiza y prolonga en el tiempo, es oportuno buscar ayuda profesional.

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