miércoles, 16 de marzo de 2011

Perseguir los sueños

El que se atreve a tener un proyecto en la vida, quien tiene el valor
para dejarlo todo y vivir su leyenda personal, acabará logrando su objetivo.
Lo importante es mantener el fuego en el corazón, y tener resistencia para superar los momentos
difíciles. Recuerden: el deseo que alberga nuestra alma no surgió de la nada, alguien lo puso allí.
Y este alguien, que es puro amor y solo quiere nuestra felicidad, lo hizo únicamente porque, junto a ese deseo, nos dio los medios para verlo cumplido.

La subida arriesgada
Durante una tempestad, el peregrino llega a un albergue, y el dueño le pregunta adónde se dirige.
–Voy a las montañas –responde.
–Olvídelo –dice el dueño–. Es una subida peligrosa, y el tiempo no acompaña.
–Iré de todas formas –responde el peregrino–. Si mi corazón ya
ha llegado allí, no será difícil que este cuerpo lo siga.

¿Cuál es el precio?
–¿El precio de vivir un sueño es mucho mayor que el de vivir sin arriesgarse a soñar? –preguntó el discípulo.
El maestro lo llevó a una tienda de ropa. Allí, le pidió que se probase un traje que era exactamente de su talla. El discípulo obedeció, y se quedó maravillado con la calidad de la ropa.
A continuación, el maestro le pidió que se probase el mismo traje, pero de una talla mucho
mayor a la suya. Y el discípulo así lo hizo.
–Este no sirve. Me queda demasiado grande.
–¿Cuánto cuestan estos trajes?
–le preguntó el maestro al vendedor.
–Los dos tienen el mismo precio. Solo se diferencian en la talla.
A la salida de la tienda, el maestro le comentó a su discípulo:
–Vivir el sueño y abandonar el sueño también tienen el mismo precio, muy caro en ambos casos,
generalmente. Pero la primera actitud nos lleva a comulgar con el milagro de la vida, mientras
que la segunda no nos sirve para nada.

La búsqueda del camino
–Estoy dispuesto a dejarlo todo. Por favor, admítame como discípulo.
–¿Cómo elige un hombre su
camino?
–Por el sacrificio. Un camino que exige sacrificio es un camino verdadero.
El abad tropezó contra una estantería. Un jarrón rarísimo cayó desde lo alto, y el joven se tiró
al suelo para agarrarlo. Cayó de mala manera y se rompió un brazo, pero consiguió salvar el
jarrón.
–¿Cuál es mayor sacrificio: ver cómo revienta el jarrón contra el suelo o romperse un brazo para
salvarlo?
–No sé.
–En ese caso, no intentes orientar tu elección por el sacrificio. El camino se elige por nuestra capacidad para comprometernos con cada paso que damos mientras lo recorremos.

Paulo Coelho
http://www.ultimahora.com/adjuntos/imagenes/000/179/0000179443.pdf

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